Hace unos años estuve de viaje por Andalucía, visitando Córdoba y Sevilla. Fueron lugares que me fascinaron, tanto así, que a la vuelta me surgió este poema en recuerdo del embrujo andaluz.
Andalucía. De mi viaje por Sevilla y Córdoba.
La noche envuelve la piel de Andalucía;
faroles, geranios, cal y sentimiento,
el agua, la fuente, y la luna dormida,
olor de azahar bajo el cielo despierto.
Buscando las calles de la Judería,
se oye el silencio y retumban los pasos;
un ángel de piedra, y allá la mezquita,
romero en las riendas de viejos caballos.
Sevilla, me quise perder en tu alma
vagar por tu luz, por tu noche y tus bares;
cantar saetas a la niña Giralda,
volver al calor de tu tierra y tu sangre.
Ya el sol despeja tu sombra, Andalucía;
te levantas y te arreglas para mayo,
eres magia y corazón en demasía,
me fui de ti, mas lamenté haber marchado.
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