lunes, 7 de abril de 2014

No estaba muerta, estaba de parranda














Hace casi un año que no escribo en el blog. Mis últimas letras languidecían por el efecto de algo que a día de hoy me parece casi un sueño, o una lejana pesadilla. Queda tan lejano que hasta me parece ridículo el tiempo perdido en ello. Las cosas han cambiado mucho, y para bien. Mi ausencia no ha significado ni por asomo una falta de actividad, sino todo lo contrario. Ha supuesto un no parar.

Comencé este blog relatando mis peripecias de inicio de residencia, y tras muchas muchas vueltas, puedo contar mis peripecias de especialista en nefrología. Ahora estoy al cargo de un par de centros de diálisis, sustituyendo las letras torcidas de mi blog por conversaciones con mis pacientes, lectura de artículos, estudios y alguna que otra cosa más.

Pero mi situación actual no es lo importante, ni tampoco lo era la situación pasada; lo verdaderamente relevante ha sido el cambio, el camino, la trayectoria. ¿Que ahora estoy bien? ¡Claro que sí! ¿Que antes estuve mal? ¡También!. Pero todo eso no cuenta tanto como el hecho de saber que dejé atrás algo que no me gustaba. Esto es lo que trasciende en la vida de las personas, el movimiento, la capacidad de cambio y en definitiva de recuperación.

He remodelado el blog haciendo algo que realizo con gran frecuencia en mi trabajo: simplificar, reducir, suprimir cosas superfluas, con la intención de despejar el camino hacia un punto determinado. Me voy dando cuenta de que las mejores decisiones y las mejores soluciones son aquellas más sencillas. Minimizar (que no menospreciar) es la clave para clarificar el pensamiento. 

Feliz lunes.


domingo, 12 de mayo de 2013

Game over


Como si  de un videojuego se tratase, mi período de residente de nefrología ha llegado a su game over. 

El que haga alusión a un videojuego para describir mi residencia, es intencionado, si bien no por los motivos que uno podría sospechar en un principio. No trato de ridiculizar este período, ni mucho menos. Quien me conoce, sabe que los juegos siempre han sido parte importante en mi vida.

Podría decirse que he recorrido mi residencia fase a fase, de igual modo que introduzco el CD en la consola, le doy al botón start, configuro mi perfil de jugador principiante, y me sumerjo en las primeras etapas de la aventura gráfica para ir subiendo de nivel adquiriendo habilidades y objetos cada vez más poderosos, hasta que completo el nivel máximo.

Se trata del final de una etapa que, al igual que un juego, ha estado cargada de momentos intensos y emocionantes, a veces divertidos, otras veces más tediosos, pero siempre cargada de esa pasión que tanto los juegos como la medicina siempre han despertado en mí.

El final siempre queda impregnado de una extraña sensación de vacío. Permanecemos un tiempo rememorando las mejores escenas del juego, lamentando que haya terminado tan rápido, casi sin darnos cuenta de las horas que hemos invertido en él. Pero inmediatamente surgen otras inquietudes, deseamos comprarnos otro juego nuevo y volver a ascender, aprender, subir de nivel y repetir más momentos emocionantes y divertidos.

Y es que esto es lo bueno de los juegos, que aunque terminen, nunca son un final. Y así, tras el final de mi residencia, da comienzo una nueva partida en mi vida.

sábado, 4 de mayo de 2013

Mundo interior




Hay días en los que pienso que no estoy hecha para el mundo en el que vivo. Este no es un pensamiento nuevo, creo que redunda en mi cabeza casi desde que tengo uso de razón, sólo que hace años no tenía la forma de una idea. Cuando era niña, esa idea estaba materializada en las largas tardes en las que jugaba a solas, inventándome historias y amigos, cuando me divertía mucho más con mis ilusiones que con los juegos que me proponían mis compañeros de colegio. Ahora, se materializa en las largas tardes que paso jugando a videojuegos, viendo series on-line o escuchando la música que me eriza los pelos (música, que por cierto, es casi la misma que escuchaba por aquel entonces). 

Analizando esto, pienso lo poco que he cambiado a pesar de tantos años transcurridos. A pesar de haber cumplido treinta y un años, mi mente funciona casi igual que cuando tenía ocho. He sustituido unos juegos por otros, y he pasado de ignorar los juegos de mis amigos a ignorar la sociedad que me rodea en general. Quizás no es que haya cambiado poco, sino que me aferro de una forma pertinaz a los recuerdos que me arrullaban durante aquellos años donde todo era más sencillo.

Pocas cosas hay que llamen mi atención, al menos con una pasión suficiente. Una de ellas es mi profesión, por supuesto, que es de lo único que puedo estar orgullosa en esta vida. Otra, el world of warcraft. No queda muy elegante presumir de estas dos dispares aficiones, pero esto es lo que hay. A parte de ello, no tengo interés especial en casi ningún aspecto del mundo que me rodea. Claro que dicho así, suena muy drástico, y probablemente no sea cierto del todo. Lo que sí es verdad es que las únicas cosas por las que me muevo realmente,  son aquellas que me generan una sensación de intensidad. Sí, intensidad es la palabra: amor intenso, odio intenso, curiosidad intensa, diversión intensa. No soy una mujer de término medio, necesito la extremidad.

Todo eso hace que sea un poco rara, friki, nerd, o como se le quiera llamar. A mi me gusta más pensar que he construido un mundo personal mucho más cómodo y divertido que la realidad que me toca vivir. Este mundo no es más que el umbral de intensidad que he otorgado, de forma involuntaria, a las cosas que me rodean. Así, todo aquello que no genere en mi la suficiente pasión, queda automáticamente excluido.


Puede que esta actitud ante la vida sea egoísta, o el producto de una inseguridad que ha hecho que me aferre únicamente a las pocas cosas que me producen un sentimiento de bienestar. No lo sé. Me gustará saber qué opiniones tenéis al respecto, y qué tipo de mundos tenéis vosotros.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Historia de un naufragio


Me he dado cuenta de que he perdido año y medio de mi vida tejiendo una ilusión, fabricando un sueño, construyendo un dios que no existe y elaborando a su alrededor una religión cuyo último dogma, en el fondo, era mi soledad. Así describo yo el amor, que una vez más me da la estacada. Pero esta vez debo reconocer que todo el mal lo generé yo, y que yo misma me tropecé con una piedra que vi venir kilómetros atrás. He cometido errores, imprudencias, locuras de un amor patológico, necesitado, dependiente, y he invertido más energías de las que realmente tenía en construir esa falsa historia hasta que me he dado cuenta de que los personajes de la misma, en realidad no existían. Darme cuenta de esto me ha supuesto perder la dignidad y el orgullo. Pero al fin, he visto la luz.

Hay momentos de la vida en que uno se aferra a cosas insospechadas, y a personas en las que jamás habría posado la mirada o la confianza, de no ser por la conjunción astral de dios sabe qué circunstancias. Aunque estoy segura de que entre todas ellas, hay una común y que se repite siempre, la soledad. Esa necesidad de amar y ser amado, que el fondo es la necesidad de no estar solo. Probablemente hay más, una falta de seguridad y de amor propio, que se convierte en una especie de agujero negro que trata de absorber todo el afecto que puede de la primera persona que pase cerca, sin distinción, sin preguntar.

Cuando se decide tomar el camino de estar solo en la vida, a veces es complicado reconocer cuándo la soledad se ha transformado de aliada a enemiga, y sobre todo es duro, porque es el momento en que nos damos cuenta de que no somos tan fuertes como creíamos. Es una compañera traicionera, que en ocasiones puede darnos una falsa sensación de autonomía, pero que en nuestros momentos más débiles aprovecha para clavar su puñal más doloroso, y para hacernos dudar de nosotros mismos a la mínima de cambio
.
A veces un amor truncado, fallido, no correspondido, es la chispa inicial para prender la mecha sobre la cual la pólvora de la soledad ejerce sus efectos devastadores. En mi opinión, es un error embarcarse en cualquier nueva relación en esos momentos, aunque de esto me doy cuenta ahora. A pesar de la popular expresión de que "un clavo quita otro clavo", en el fondo ninguna persona merece ser el otro clavo de nadie, y uno ha de aprender a recargarse de nuevas energías para superar un mal de amores hasta sentirse pleno por sí mismo, sin necesidad de nadie más. Y sólo entonces, tras el chute de orgullo que proporciona superar una mala relación, decidir iniciar un nuevo camino en igualdad de condiciones.

La soledad nos embarca en viajes imposibles, en barcos que navegan a través de aguas tortuosas. Y por alguna extraña razón, nos empeñamos en proseguir deambulando por esos mares rodeados de ventisca y tormenta, de tal forma que al final nos creemos el capitán del barco, y que sólo bajo nuestra implicación y titánico esfuerzo, conseguiremos darle flote.

Esto es la historia de un naufragio. Tras mucho tiempo sumergida en aguas heladas, de las que jamás creí poder salir, el mar finalmente me ha depositado sobre las arenas de una pequeña isla desierta. Es el momento de comenzar a buscar hojas y ramas para construir un refugio, encontrar alimento, y crear fuego, y todo ello con la única ayuda de mis propias manos. De esto dependerá que sobreviva, y creedme, quiero hacerlo.

domingo, 15 de enero de 2012

Qué escribir

Últimamente me doy cuenta de que no tiene ningún sentido escribir sobre cosas que suceden, rutinas, banalidades, explicaciones lógicas a hechos previsibles. No tiene sentido relatar una vida como si fuese una novela, porque pocas vidas tienen tanto interés.

Me decanto más hacia lo ambiguo, el devenir perezoso, cauteloso, esquivo y errático del cerebro en su estado de descomposición. El dejar salir lo peor y lo mejor en una mezcla indistinguible, y que como mucho produce un sonido raro al ser leído, o quizás escepticismo.

Es incluso mejor cuando lo que se dice comienza a perder el sentido, y ya sólo es la réplica de un sueño.

¿Voy en decadencia?

domingo, 9 de octubre de 2011

El final

No era fácil ver a través de la ventisca, ni escuchar el sonido de los gritos en la ciudad, que se dibujaba como un perfil oscuro escondido entre llamas, más allá. El aire bramando furioso, arrastrando consigo restos de arena que se estrellaban contra la piel, sólo era el eco lejano de la agonía de un pueblo que desesperado luchaba por sobrevivir. Nadie sabe a ciencia cierta si fue antes el huracán o los incendios, pero sin embargo todos tenían muy claro que de aquel núcleo vital poco iba a quedar en pie.

Los ciudadanos corrían desesperados, buscando refugio algunos, otros intentando en vano encontrar un camino de salida que los llevase a algún lugar de silencio, donde aquel rugido ensordecedor de la tierra no les susurrase en cada instante que iban a morir.

Contemplar la escena dantesca desde la lejanía era casi más pavoroso, por la mezcla de impotencia e insignificancia, por la panorámica de un elemento imparable que en pocas horas demostraría lo fútil que es nuestra existencia sobre la hierba que pisamos. Con los ojos entrecerrados divisé cuerpos corriendo frenéticamente y dejándose el alma por el camino, escuché lamentos, en mi piel sentí el calor del desierto y el frío de la muerte, y sin poder hacer nada, tuve que dar la vuelta y marchar.

sábado, 2 de julio de 2011

National No Smiling Day

El día de "La no sonrisa"

Como no podía ser de otra forma, la idea nace en el Reino Unido; el 5 de Julio.

¿Real o no?

Todo parece ser idea del grupo de teatro "The Natural Theatre Company", como parte de alguna de sus actuaciones en plena calle.

Como ellos mismos dicen: “The British League of Pessimists are against anything and everything. The audience become the show as they attempt to make the protestors laugh.” Ahora bien, siempre habrán quien lleve la contraria...

domingo, 26 de junio de 2011

Una nota más del cisne de Tuonela

Aportación de Ma.a

Gracias

EL CISNE DE TUONELA (Sibelius)

Mientras los hombres duermen

como en su cápsula el gusano,

ya sin amor y sin nostalgia, altivo,

su imagen se desliza en las extáticas

ondas nocturnas de la música.

Al frágil resplandor se yergue el tallo

de su cuello, su cuello que aún sostiene

dos encendidos jaspes y una boca

que modula la lúgubre elegía.

Blanco espectro, jazmín de las tinieblas,

lejano y desdeñoso

como un alma que fluye

por las aguas del río de la muerte.

Sólo su estela de misterio

queda temblando en la penumbra.

Lento, profundo, numinoso

silencio de la noche en las orillas.

lunes, 21 de marzo de 2011

Amor galante con perfume medioeval

Hace algunos años, cuando empecé a surcar por los mares de internet, conocí un lugar llamado El Viejo Castillo...

Se trataba de un lugar que invitaba a la magia, donde cualquier historia real podía fundirse con la ilusión de un grupo de personas que compartían el gusto por el mundo medieval. Y aquella frase se convirtió en un lema que algunos aún rescatamos para recordar viejos tiempos, y que introducimos en buscadores para quizás, en un intento vacuo, encontrar las ruinas del que fue en su día un esplendoroso Baluarte, un inmenso Castillo...

Conocí a muchos personajes y las personas que había detrás, viví muchas historias reales e inventadas, y pasé muy buenos ratos. Tanto es así, que hoy recuerdo todo aquello como una etapa del pasado, con gran nostalgia. Estoy segura de que hay muchos otros miembros de aquel grupo a quienes les pasa igual.

Pocos quedarán de aquella etapa, pero para todos ellos, un saludo afectuoso de quien fue en su día DarkLady - Mariana de Neoburgo, esposa de Nicetas Hawkeye de Born...

Namárië

sábado, 29 de enero de 2011

Mucha suerte a la nueva generación MIR

Ha llegado el día, ese en que se revuelven las tripas, comienzan los sudores fríos, los mareos, las hiperventilaciones para miles de jóvenes en España. Es el día del examen MIR. Parece que fue ayer cuando me encontraba rellenando aquel interminable formulario de preguntas, atemorizada por la idea de cómo podría ir al servicio si me orinaba a lo largo de las 5 largas horas que duraba el test. Luego nada fue tan terrible como lo pintaba mi cabeza, y salí del examen con mejor sensación que de los malignos "simulacros" que había ido haciendo meses antes.

Así pues, queridos Mireros, no os agobiéis, que todo irá bien. Además debo deciros que el examen no es lo peor... pero eso es otro capítulo.

¡¡¡¡MUCHA, MUCHA SUERTE!!!!