Desconozco las ecuaciones cuadráticas, la historia de las civilizaciones, el funcionamiento de una prensa hidráulica o el fundamento del budismo. Desconozco el alemán, el francés, el griego o el árabe. Desconozco cuántos segundos tarda la luz en llegar a la tierra, o qué decía Platón desde su caverna. Desconozco el origen último de la vida. Desconozco la mayoría de las cosas que me rodean, hasta la simple razón de ser de una amapola. Pero te conozco a ti. Te veo, te escucho, te huelo, te toco, te siento. Con sólo mirarte me creo sabia. Eres el impulso vacuo de este cerebro vacío, que por vacío ansía llenarse de ti. No me importa ser la gran ignorante porque en realidad yo ya sé. Te sé a ti. Sé que no sabes lo que es el amor, pero yo lo sé. Te lo explicaré a cambio de un beso. Y cuando nuestros labios se hayan unido, y nuestras almas se toquen, te diré al oído: esto es amor. Yo lo soy, tú lo eres. Tú lo sabes, yo lo sé.
Aprovecho este texto, para poner aquí una cancioncilla que un amigo mío me enseñó tras leer mi texto, ya que me dijo que se le vino a la mente. Me resultó muy bonita, y por eso la pongo aquí:
A cantar a una niña yo le enseñaba y en cada nota un beso ella me daba. Y aprendió tanto, aprendió tanto... aprendió tantas cosas, menos el canto.
El nombre de las estrellas yo le contaba y en cada nombre un beso ella me daba. Que noche aquella, que noche aquella en que le di mil nombres a cada estrella.
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