¿Qué hay de nuevo, viejos?

¡Hola amigos bloggeros!

Sí, hace tiempo que no escribo. La vida de residente come-marrones me deja poco tiempo para vaguear diciendo sandeces en mi blog. Me da un poco de pena, con todo el tiempo invertido aquí, pero calma... sacaré huecos para el ejercicio de mi autocontemplación, que nunca viene mal, y menos ahora que hay crisis.

Sabed que me hallo disfrutando de mis vacaciones reglamentarias en Tenerife. Es mi tercera o cuarta estancia en esta isla (no porque tenga especial apego a ella, sino porque una amiga mía vive ahí, y tengo alojamiento gratuito), y esta vez he decidido invertir la semana en tirarme sobre la arena en modo lagartija, para ponerme bien morena y sintetizar un montón de vitamina D.

Con el cuento de los exámenes de septiembre durante la carrera, la preparación del MIR y comenzar a currar este verano, llevaba sin tomar el sol en condiciones varios años. Y mi piel estaba comenzando a adquirir una tonalidad hospitalaria muy sospechosa, tanto, que casi podría llegar a pasar por una auténtica gótica.

Pero eso se ha terminado. Ya he vuelto a dar a mi piel ese tono tostadito que tanto hacía que no tenía. Ardo en deseos de presumir de moreno cuando regrese al mundanal ruido de la vida laboral.

En fin, amigos. Me alegra ver que ha aumentado el número de seguidores del blog, aunque poco haya que seguir aquí. Procuraré ofreceros nuevas historias para no dormir en breve.

Y eso es todo amigos... de momento.