viernes, 2 de enero de 2009

Sociedad deshumanizada

Muchas veces me pregunto si la sociedad que nos rodea hoy día se parece en algo a la que existió siglos antes. Y no me refiero a la sociedad en el sentido tecnológico, sino en el sentido humano. Hoy día parece que el sentido del hombre es la ambición, el éxito, el progreso… llevándose por delante cuanto se ponga por delante. La palabra con la que mejor defino al ser humano es Maldad. ¿Siempre fuimos malos? ¿Es una cualidad que se nos ha ido potenciando con el tiempo? Basta con ver un momento la televisión para darnos cuenta de que la mayor parte de las manifestaciones del hombre son maldad. Son excepcionales los actos bondadosos, tanto, que cuando los vemos nos maravillamos y decimos: ¡Qué buena persona es!

Caminamos por la calle, y si nos saluda alguien que no conocemos inmediatamente buscamos una explicación que encaje en nuestra lógica hermética de sociedad cerrada en sí misma: me habrá confundido con otra persona, estará loco. Miramos mal al individuo que se nos acerca y nos comenta qué buen día hace, o que nos da conversación en el autobús. Sí, basta con ver un momento cualquier transporte público para darnos cuenta de la maldad en los rostros de la gente. Caras serias, incluso hostiles, que nos avisan de antemano que aquello es territorio privado.

Se hacen populares personajes de televisión que son desagradables, obscenos e insultantes; valga como ejemplo cierto doctor carismático que circula por boca de todos. Admiramos precisamente las cualidades que aborrecemos. Hoy día parece que está de moda ser borde, o hacer uso desmedido de la ironía y el sarcasmo para parecer alguien genial, cool, inteligente. Opino que ambos recursos literarios no son más que formas veladas para dar rienda suelta a la maldad de una forma políticamente correcta. Esa maldad que la sociedad tolera, permite, disimula, consiente, promueve.

¿Yo soy mala? Claro. Todos lo somos. Y todos somos buenos en realidad. Hasta el mayor asesino despiadado tiene sus momentos de benevolencia. Quizás no es la maldad un problema del individuo, sino del conjunto social que nos guía hacia un lado u otro como una marea inexorable.

Valga esto como reflexión para el año nuevo que entra… ¿Será posible hacer de este mundo un lugar mejor poniendo nuestro pequeño granito de arena? Claro que sí. La próxima vez que alguien desconocido os salude por la calle… no hagáis cábalas sobre quién será, o por qué os saluda. Decidle hasta luego con una sonrisa en el rostro. Es gratis y no hace daño. Quién sabe, quizás tiempo después esa persona os salve la vida, o la de vuestros hijos. Todos somos potenciales personas importantes en la vida de los demás… qué menos que una salutación conmemorativa.

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