Estoy un poco harta de tener que oler el sudor rancio de los demás. Yo creía que en el año 2009, casi el 2010 (ese año en el que, cuando lo ponían en las películas de los años ochenta, creías que los coches volarían y compartiríamos lecho con marcianos) la gente tendría más conciencia sobre lo que es el aseo corporal. Acicalarse, lavarse, asearse, hacerse la toilette .... o como queráis llamarlo.
Pues al parecer mis ideas están equivocadas. Aún perduran muchos individuos desprendiendo nocivos olores esparcidos por el mundo, y lo peor de todo no es eso, sino que muchos son jóvenes y algunos de ellos mujeres. Ahora mismo, mientras escribo este texto en un recinto cultural del que soy socia y desde donde a veces conecto a internet, tengo que soportar el apestoso olor a sudor de uno de estos 'tíos' con greñas, perilla, camiseta de metallica y bermudas.
No hay día en el que haga vida social y no me encuentre con alguien emitiendo aromas. Supongo que a Patrick Sünskid le debió pasar algo parecido a mi cuando decidió escribir 'El perfume', sólo que él tenía más arte que yo para convertirlo en novela. Yo tengo que conformarme con dejar un post en mi blog a modo de protesta.
Me parece bien que haya subculturas en la sociedad, y que a algunos les guste ir de rojos por la vida, defendiendo ideales y vistiendo palestinas y ropa raída. Pero creo que podrían defender sus argumentos de igual modo después de pasarse un poco de agua y jabón por encima. Algunos incluso lo harían mejor, porque seguro que el olor les ha atrofiado el cerebro.
Dejando a parte el tema de los olores, y ahondando en el de la higiene... también debo decir que la sociedad me decepciona y me repugna. No hay más que acercarse a los cuartos de baño de la biblioteca de mi ciudad para comprobar lo marrana que es la gente, más concretamente, las mujeres. Lo habitual es encontrarse la orina derramada, pero hay veces en las que uno se encuentra de todo. Heces esparcidas por las paredes, restos de flujo menstrual... de todo menos un billete de cincuenta euros, vamos. Sí, es asqueroso, lo sé. Y por eso lo digo tan claro, para que veáis que existe gente así de cerda. En mi facultad, donde el 90% de las mujeres son pijas totales, tampoco faltan este tipo de guarradas. Así que a una no le queda más remedio que pensar que quizás debajo de tanto maquillaje y perfume puede que se esconda alguna sorpresa no tan agradable. Se supone que las mujeres, desde siempre y en general, han sido más aseadas que los hombres. Pero ya no estoy tan segura.
En los hospitales también se asiste a un gran circo de mierda. Lo más gracioso es que hay personas que ni se dan cuenta de que tienen una capa de mugre tan gorda que los médicos dudan sobre si es suciedad o algún tipo de lesión dermatológica. Y no estoy hablando de vagabundos, sino de gente que te cruzas por la calle.
Pues sí, a ver si la gente se conciencia ya de que el agua sirve para algo más que para que se la beba el perro. No es un mal hábito darse una duchita todos los días (hay gente que cree que es malo para la piel), o si me apuras, al menos lavarse después de haber estado haciendo ejercicio... porque los hay que emiten olores del día de la semana que los pidas.
Yo también soy una anti-eau-de-sobac total. Una vez le pedí a un paciente que venía por un dolor en un dedo que se quitara los calcetines ¿Los dos?-me dijo él- Es que no pensé que me fuera a ver los dos pies y sólo me he lavado el que me dolía...Sin comentarios...
ResponderEliminarJajajaja, sí, la gente es de un guarrete... ¡y en los hospitales es donde mejor se ve eso!
ResponderEliminarCreo que en la puerta de urgencias deberían darle a todos los pacientes un barreño de agua con jabón y una esponja.
Cierto, los que van de rojos por la vida no se lavan. Es algo ideológico, seguro que los que van de "fachas" se hechan tanta colonia que estar a su lado supone entrar en un paraiso terrenal. Muy buena la generalización dentro de la especificación.
ResponderEliminarA mi, más que los olores, me repugnan algunas ideas.
Evidentemente, mi texto sólo hace alusión a casos concretos, y en ningún momento pretendo hacer sinónimo el ser 'rojo' o blanco, o amarillo, a no lavarse, ¡qué estupidez!. Yo no soy ni roja, ni facha, pero me ducho. Y por desgracia he tenido oportunidad de conocer a muchos malolientes de esa guisa.
ResponderEliminarAhora bien, lo aclaro, para no ofender susceptibilidades: de nuevo, es un texto humorístico, un poco mordaz, que no se centra en ideologías políticas de las que paso por completo, sino en un tema más simple: la higiene.